miércoles, 19 de noviembre de 2008

Óscar Gamboa, arquitecto del liderazgo afrocolombiano

En un futuro próximo, cuando las nuevas generaciones revisen las páginas de la historia de Colombia, el nombre de Óscar Gamboa Zúñiga, el hijo de Marco Tulio y Feliciana, aparecerá, sin duda, en la lista de las personas más influyentes en el mejoramiento de la calidad de vida de los afrocolombianos.

Nacido en Buenaventura, en pleno corazón del Pacífico colombiano, a sus 46 años de edad, Gamboa Zúñiga decidió hace más de 20 años que lo suyo no sería la Química Farmacéutica ni la Ingeniería Industrial, tal como lo había concebido una vez egresó de la Universidad de Antioquia.

Lo suyo era el trabajo social, la comunidad, la búsqueda de oportunidades para sus corraciales. Por ello, adelantó estudios de postgrado en Gestión y Desarrollo Comunitario e inició una carrera que hoy lo tiene como uno de los afrocolombianos más respetados e influyentes del país.

Junto a Bertha Tulia y Marco Aurelio, sus hermanos mayores, aprendió de sus padres a valorar las cosas sencillas de la vida, el respeto a los demás y la honradez en cada uno de sus actos. Pese a las dificultades económicas, propias de la mayoría de las familias afrocolombianas, vivió una infancia plena de felicidad y de armonía en el hogar.

Quizás son los recuerdos de esa etapa de su vida los que hoy le permiten decir con orgullo que una de las cosas que más aprecia de la existencia es la vida en familia, compartir con sus hijos Óscar Mauricio, Sebastián, Alejandro y Andrea, y con su esposa Norma Piedad Sánchez, con quien se casó hace quince años.

Quines lo conocen de cerca, aseguran que uno de sus principales aportes a Colombia es haber incidido directamente en el cambio progresivo de paradigmas frente a los afrocolombianos.

“Hoy se nos comienza a mirar de una manera diferente, se nos valora más. Ya y se observan afrocolombianos ocupando altos cargos del Estado y, sin duda, gran parte de esta población comienza a creer más en sí misma, hay más autoconfianza. Este es un buen comienzo para hacer una ruptura con la tendencia pasiva, para no bajar la cabeza. Hoy nos atrevemos más. A partir de la inclusión y tolerancia se construye y se fortalece la democracia”, asegura Óscar Gamboa Zúñiga.

Su compromiso permanente con los afrocolombianos y su lucha por la democracia fueron reconocidas recientemente por el Gobierno Nacional de Colombia, al escogerlo como Gerente General de la Comisión Presidencial para el Avance de las Comunidades Afrocolombianas, Palenquera y Raizal, entidad de gran importancia para el progreso de los afros en Colombia.

Gamboa Zúñiga también se desempeña como Director Ejecutivo de la Asociación Nacional de Alcaldes de Municipalidades con Población Afrodescendiente, Amunafro, organización que él concibió tras sufrir la impotencia política al percibir que los afrocolombianos no tenía capacidad de incidencia para generar cambios a su favor en Colombia.

“Fue un intento para generar un colectivismo reactivo, en principio, que sirviera como plataforma de defensa y protección de derechos ciudadanos”, explica Gamboa Zúñiga.

“Hoy Amunafro se erige como una organización incidente nacional e internacionalmente, a partir de las relaciones y la confianza que se ha venido construyendo. Aglutinamos 102 alcaldes y hemos logrado que esta generación de mandatarios exhiba progresivamente un gran compromiso desde los gobiernos locales. La organización busca que los municipios con población afrodescendiente mejoren sustancialmente la oferta de servicios locales, su eficiencia y transparencia, en general, todos aquellos aspectos que generen un bienestar de la población”, precisa.

Gamboa Zúñiga, que es un líder natural, cree en las posibilidades de desarrollo de las costas colombianas sobre el Pacífico y el Caribe. Por eso, cuando el vicepresidente del país, Francisco Santos, propuso su nombre como Gerente de la Comisión Presidencial para el Avance de los Afrocolombianos, no dudó en aceptar el reto.

Semana tras semana recorre el país en un diálogo permanente con la comunidad. Sabe que es determinante la construcción de un nuevo liderazgo, con el convencimiento y la confianza de que sí se puede lograr el cambio.

“Como dice el próximo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sí podemos. Para ello debemos estructurar un nuevo liderazgo que permita un protagonismo político y económico serio y duradero, de manera que se genere un verdadero cambio hacia la construcción de un futuro digno para nuestras comunidades. Si no iniciamos un proceso de cambio desde nuestra propia actitud y nuestra propia dinámica, será muy difícil que los cambios que se necesitan sean duraderos”, expresa.

Agrega que este trabajo debe acompañarse de mucha pedagogía formal e informal con todos los ciudadanos para que no cedan en los principios éticos ante la oferta de dinero fácil. “Necesitamos impulsar un pensamiento universal hacia el país, donde los conceptos de sociedad, familia, convivencia y tolerancia sean las variables de contexto en nuestro diario vivir”.

Plan Pacífico
Su paso por Plan Pacífico, un programa de desarrollo para la Costa Occidental de Colombia, concebido con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo en la década pasada, lo vivió como una experiencia para redescubrir la realidad de los afrocolombianos frente al liderazgo.

Confirmó con tristeza lo lejos que estaban las comunidades negras de ser verdaderos protagonistas de la construcción de su propio futuro. “De alguna manera sentí cómo se disfraza el racismo al calificarnos como mediocres y corruptos, cuando no éramos precisamente los funcionarios de la región quienes tomábamos las decisiones en este programa, catalogado como un fracaso, sin adentrarse en el análisis de la forma y fondo como se concibió y ejecutó el mismo”.

Sin embargo, de esa experiencia destaca la creación de la Federación de Municipios de la Costa Pacífica Colombiana, Fedempacífico, que fue el punto de inicio para la creación posterior de Amunafro, quizás el mayor logro del proceso de fortalecimiento afrocolombiano en los últimos años.

Hoy, Óscar Gamboa es un convencido de que los afrocolombianos deben hacerse sentir como una fuerza capaz de incidir en la alta política nacional, pues es claro que ningún sector de la sociedad colombiana puede acceder a las instancias de poder y decisión y, por ende al desarrollo y bienestar, si no tiene capacidad y peso político.

“Los afrocolombianos tenemos que entender que ya no somos esclavos –enfatiza Gamboa Zúñiga–. Es necesario actuar con criterios de inclusión, grandeza y arrojo. No podemos ser racistas ni excluyentes. Debemos atrevernos a innovar, ser creativos; debemos romper la línea de lo tradicional, de lo cotidiano, de lo común, para lograr el éxito en las luchas democráticas”.

El fragor de su actividad diaria, cuya única meta es mejorar la calidad de vida de los afrocolombianos, así como su optimismo frente al futuro de las nuevas generaciones, le deja poco tiempo a la tristeza. No obstante, se le reciente el alma al contemplar las miradas perdidas y sin esperanzas de la gente. “Me duele ver tantas personas frustradas por sus innumerables carencias y la falta de manos amigas que les ayuden a resolver los problemas que les afecta”.

Ante tantos retos y desafíos sociales, sus noches son cortas y sus días se extienden en un constante trajín que le roba tiempo para estar con los suyos. Por ello disfruta tanto los fines de semana en familia, cuando puede estar con los amigos, ver fútbol o escuchar los currulaos, esa música que sus ancestros trajeron del África lejana.

La política es su gran pasión. A pesar del intento fallido de llegar al Congreso de la República hace dos años, la insistencia de sus amigos y seguidores de todo el país, lo tienen pensando en volver a presentar su nombre en la contienda electoral de 2010, cuando se renueve el poder legislativo en Colombia.

Esa posibilidad no la descarta. Está convencido de que como miembro del Poder Legislativo del país impulsará el trabajo social que con tanto empeño desarrolla, en el proceso de visibilización de la realidad afrocolombiana, cuya historia se partió en dos, cuando liderados por Óscar Gamboa Zúñiga, un puñado de mandatarios locales llegó al Congreso de los Estados Unidos a diseñar estrategias que permitieran una mejor calidad de vida para más de diez millones de ciudadanos negros en Colombia.

La lista de los cien


Una propuesta política novedosa parece tomar forma en el país. Al menos esa es mi impresión, luego de escucharla en diversos escenarios de la geografía nacional.

La iniciativa, en la que coinciden muchos líderes negros, busca la conformación de una lista de cien afrocolombianos para el Senado de la República, en las próximas elecciones congresionales.

´La lista de los cien´ estaría integrada por representantes de todas las regiones y habría espacio para todas las tendencias de la lucha por los derechos de los negros.

Este propósito, apenas en ciernes, ya tiene muchos enemigos y detractores. Pues siempre habrá quienes no vean con buenos ojos que los afros se unan en una causa común y menos si se trata de alcanzar espacios de poder en el Estado.

Pero la verdad es que la ´Lista de los cien´ deberá convertirse en un desafío para cada hombre negro y cada mujer de raza negra en este país que esté mínimamente interesado en dar un paso hacia el cambio de su realidad.

No será una tarea fácil. Pero ponerla en marcha es la mejor forma de acercarnos a un objetivo tan caro para nosotros, como es tener una representatividad equitativa en el Congreso.

Nadie nos regalará el poder político en Colombia. Alcanzar los espacios de decisión es nuestro asunto. Sólo con el ejercicio libre y democrático del voto podemos comenzar a construir un país distinto para nuestros hijos, a escribir una historia más agradable para las nuevas generaciones de afrocolombianos.

Quienes alientan este propósito deberán mantener el impulso a pesar de las adversidades que irán apareciendo en el camino. Hay miles de afrocolombianos preparados para asumir este reto. Para llegar al Congreso a trabajar en el desarrollo de iniciativas que conduzcan a mejorar la calidad de vida de sus corraciales y a liderar la transformación del país.

Necesitamos poder político, pero no como un fin, sino como un medio para responder al compromiso que tenemos con nuestra gente, con nuestra historia. Y esto sólo se logra trabajando con denuedo y sin descanso.

El ejemplo de los afroamericanos, que de a pocos han ido consolidando un poder económico y político que ya los tiene luchando en igualdad de posibilidades por las más altas dignidades de su país, debe servirnos de aliento para emprender una causa de tan importantes repercusiones como la ´Lista de los cien´.












Negros, al poder


El pasado 24 de septiembre, en medio de esa avalancha de noticias negativas que invaden nuestra cotidianidad, se conoció un hecho trascendental para los afrocolombianos y para todos aquellos que somos oriundos del Pacífico recóndito.

Se trata de la postulación que hizo la Corte Suprema de Justicia del abogado chocoano Jorge Eliécer Mosquera Trejos para integrar la Corte Constitucional. El jurista fue escogido entre 74 aspirantes.

Mosquera Trejos se desempeña actualmente como magistrado del Tribunal Superior del Valle del Cauca y es reconocido por su gran capacidad e inteligencia.

Esta postulación constituye una muestra más de que la lucha por el reconocimiento de la comunidad afrocolombianas va por buen camino. Todos quisiéramos que los procesos encaminados a cristalizar una mayor equidad en los altos cargos del Estado evolucionaran con mayor celeridad, pero aún existen fuerzas que impiden el avance de los negros en este país.

Es claro que contamos como un vasto número de profesionales con las calidades suficientes para alcanzar las más altas dignidades en Colombia. Por eso, debemos insistir en la idea de presentar las hojas de vida de los nuestros a todas las convocatorias y estar vigilantes para que la selección se haga de acuerdo con los méritos de quienes se postulan.

Con base en esta constante demanda de la presencia de hombres y mujeres de nuestra etnia en los altos cargos, muy pronto dejará de ser noticia que un afro alcance posiciones destacadas en el entramado burocrático del país.

Pero esta participación debe traducirse en más y mejores oportunidades para el resto de los afrocolombianos, pues es inadmisible que una vez se llegue a esas posiciones el nominado se olvide de los suyos y no tenga en cuenta que su logro es también el de todos aquellos que, individualmente o a través de organizaciones y grupos de presión, han trabajado durante largos años por el reconocimiento de los negros en nuestro país.

El modelo gringo

Durante su visita número doce a Colombia, el pasado 8 de noviembre, el congresista afroamericano Gregory Meeks se reunió en Cali con un grupo de mandatarios locales, afiliados a la Asociación Nacional de Alcaldes de Municipios con población Afrodescendiente, Amunafro. Como era de esperarse, el triunfo de Obama y las solicitudes de apoyo a la gestión de los burgomaestres fueron temas recurrentes durante el acto.

Meeks, miembro de la Bancada de Congresistas Afroamericanos, cuya influencia es notoria en la vida política, económica y social de Estados Unidos, reiteró su deseo de continuar apoyando las iniciativas a favor de los que él llama sus hermanos afrocolombianos, al tiempo que expresó su interés genuino por el bienestar de nuestra población.

El congresista asegura que si bien él y su familia son norteamericanos y viven en un país en el que han tenido mejores oportunidades, también habría podido tocarles en suerte vivir en Colombia, habida cuenta de la forma como se desarrolló el mercado de esclavos africanos hace varios siglos.

Y aunque Meeks y muchos afroamericanos influyentes mantienen su interés por nuestra problemática, también esperan que en Colombia surja un nuevo liderazgo de la comunidad negra, inspirado en intereses colectivos, que permita generar los cambios sociales y económicos que todos esperamos.

Citó como ejemplo de unidad la forma como todos los congresistas negros de su país se habían matriculado en el Partido Demócrata, porque este recoge las aspiraciones y anhelos del pueblo afro.

Al preguntar si los líderes afrocolombianos estaban matriculados en un mismo partido o, por el contrario, estaban diseminados en distintas expresiones políticas, hubo silencio total en el recinto.

El mensaje es claro: o nos unimos de una vez por todas para lograr mayor participación en las instancias de poder, o seguiremos siendo mirados y tratados como ciudadanos de segunda en un país que hemos ayudado a construir con lágrimas, sudor y sangre.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Ya no es un sueño

Barack Obama encarna, sin duda, los preceptos de fraternidad y de igualdad defendidos con tanta convicción por Martin Luther King Jr. hace más de cuatro décadas.

De la misma forma, su triunfo en la lucha electoral por la Presidencia de Estados Unidos significa la realización del sueño de muchos seres humanos de todo el mundo y, especialmente, el de 150 millones de afrolatinos que vemos en Obama el referente más importante en la construcción de una realidad distinta para los descendientes de africanos.

En Colombia muchos negros vemos con esperanza la llegada de Obama a la Presidencia del país más poderoso de la tierra, no sólo porque su inteligencia, capacidad intelectual y ascenso político constituyen un modelo a seguir, sino porque sus logros pueden contribuir a allanar el camino en la lucha por la igualdad de oportunidades y el respeto por la diferencia en el país, donde la población afro no ha contado con los elementos que faciliten su desarrollo e inserción en la vida nacional.

Aunque los detractores del movimiento afrocolombiano –inspirado en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos en las décadas del 60 y 70–, suelan argumentar que el atraso de la comunidad negra se debe a la falta de unidad, la verdad es que este proceso está bien encaminado.

Grupos como Cimarrón y Proceso de Comunidades Negras, PCN, sentaron las bases para la conquista de importantes reivindicaciones como el derecho a los territorios, consagrado en la Ley 70 de 1993. Años más tarde surgirían nuevas iniciativas de construcción institucional que aportaron mayor organización al movimiento afro en la última década del Siglo XX.

A partir del año 2000, gracias al liderazgo de Óscar Gamboa Zúñiga y Luis Gilberto Murillo, el proceso adquirió visión internacional y los congresistas afroamericanos aceptaron ‘prestar’ un poco de su poder para que los negros pudiéramos tener mayor reconocimiento en este país.

A pesar de que aún persiste el reto de articular la gestión de las organizaciones negras, hoy tenemos mayor visión compartida de nuestra realidad y de nuestros objetivos como grupo étnico y como colombianos.

Una tarea urgente está de cara a los procesos electorales que se avecinan. Allí debe configurarse la más amplia confluencia política de los afrocolombianos, para ensanchar la participación en el Congreso de la República y lograr acuerdos que posibiliten la elección de un presidente que recoja las aspiraciones, anhelos y esperanzas del pueblo negro en Colombia.

Entre tanto, continuamos en el proceso de redefinir la afrocolombianidad, promoviendo el diálogo y la transferencia intergeneracional y la interdependencia de los pueblos afro. En este sentido, también hemos venido fortaleciendo alianzas con los líderes afroamericanos del Congreso y del Gobierno de Estados Unidos; con las organizaciones de alcaldes, comerciantes, intelectuales y Organizaciones No Gubernamentales con perspectiva étnica de este país.

Es por este trabajo, de la mano con nuestros hermanos de Norte América, que hoy tenemos la seguridad de que el efecto Obama nos ayudará en la construcción de una Colombia igualitaria, incluyente y más democrática.